El narcotráfico en México está directamente ligado a los cárteles. Estas organizaciones, ilícitas y con sistemas de autoprotección, chantaje y corrupción, tienen en vilo a toda la sociedad mexicana. Sus entramados de organización son complejos, desde la captación de jóvenes para transportar mercancías de droga más allá de la frontera mexicana, hasta la capacidad de soborno de cuerpos policiales y militares, para asegurarse así impunidad en sus actividades.
Los orígenes de los cárteles son sencillos. Normalmente dos o tres personas de una misma familia se introducen en redes de intercambio y venta de pequeñas cantidades de droga. Poco a poco van adquiriendo seguridad y ciertos contactos. Las pequeñas ventas de marihuana se van convirtiendo en entrega de paquetes cada vez mayores de droga, transporte y entrega de mercancía en Estados Unidos. Finalmente, se convierten en pequeñas organizaciones que consiguen droga (cocaína, heroína y ácidos), la venden, entregan y tienen poder para asegurarse el pago. Y ya tienen suficientes clientes y fuerza para sobornar a policías, jueces y periodistas, así como traficar con armas, sicarios y droga. Son organizaciones, por tanto, capaces de crecer y, si tienen éxito, convertirse en mafias que trafican, sobornan y asesinan con impunidad.
El problema del narcotráfico en México es, por tanto, complejo. Los cárteles están bien asentados en las ciudades, con ramificaciones extensas y bien conformadas, y con los cuerpos policiales y judiciales, así como periodistas, sobornados o chantajeados. Aunque desde el gobierno se intenta luchar contra estas organizaciones, vemos como casi diariamente nos llegan noticias de nuevos asesinatos y extorsiones, la mayor parte de las mismas como respuesta a actuaciones policiales. Es tan grande el poder de los cárteles que se permiten el lujo de desafiar al gobierno, asesinando y chantajeando como represalia. Las actuaciones de los narcos en Tijuana, El Paso, Tamaulipas o Ciudad Juárez son ejemplos de la violencia con que actúan. Hasta 2010 se han contabilizado más de 30.000 muertos, muchos de ellos policías, sicarios, periodistas o civiles sin conexión con el narcotráfico.
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